A las cinco mi mala madre nos invitó a tabaco, hacía frío y era difícil distinguir en qué estación estábamos, tampoco fumamos mucho porque mi madre solo nos dio cuatro cigarros pero estuvo bien. A esas horas el tiempo pasa muy rápido así que llegaron las seis y las puertas seguían abiertas y las manos moradas o rojas.
Ahora mis padres me tienen miedo o respeto (no sé qué es peor) y mi padre me da tilas que no son tilas. También me preguntan que si tomo algo y en qué me gasto el dinero. Já.
Aparte de mis nuevas aventuras he visto Requiem por un sueño, y todos acaban destrozados.
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